Salmo
Al clamor de mis penares, atiéndelo Señor;
que mi voz alcance tu misericordia,
que de mis palabras seas vigía.
Sé en la oscuridad del tirano pensamiento,
el brillante faro que pacifica;
endulza mi alma con tu voz.
Hermáname con la justicia,
para blandir cual espada
contra el perverso tu amor.
No permitas que mis oponentes miren
en mis pasos la derrota,
sufrimiento en mi semblante.
En tus manos estoy,
y con ellas me visto
de poderosa armadura.
Libera mi espíritu
del engaño porfiado
por
nefasto enemigo.
Que su propia maldad sea
quien imponga castigo;
mientras para ellos, tu perdón imploro.
Calíope
Corral Tiscareño ©
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