Atardeceres
Y la tarde era fría:
como los días en que los ángeles
bajaban del cielo agitando con sus alas
grises nubarrones de pájaros
que se
precipitaban a tus pies
fulminados por el capricho
sutil de un parpadeo
Húmeda de soledad
era la tierra de mi tierra
una luna desplomada
de cálidos sueños
y todo en mí olía a ti
Llovían duendes de amor
en las calles
y te extraviabas
entre las casas y entre los duendes
para hacer de las tristezas
ramilletes de luz
que me dabas a conocer
con el murmullo de un beso
Persistía
clavada en el suelo
la espada del tiempo
de las sombras
un poco más allá
de la huella indeleble
de tus besos
Aún llovía en el desierto de las almas
con su mapa de estrellas fugaces
yo te decía Junio
tus besos decían Noviembre:
pero la Vida
estaba hecha desde Enero.
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