Simbiosis
Por qué no soy yo
quien grita
a través de mi palabra
sino tú quien habla
con la voz de mi voz
Soy el dulce alarido
de todos tus silencios
que como agudos alfanjes
cauterizan al rojo vivo
en la rebeldía de mi carne
la llaga irremediable
del deseo lacerado
Y me sientes vibrar
en cada beso
en la agitación abundante
de tu pelo en pecho
y en el aroma adormecido
de tu piel áspera y tibia
Por qué no soy yo
quien dice de ti
a través de mí
el decir hermético
de las cosas llanas
sino tú quien habla y canta
con lenguaje de río
Soy la mudez de mujer
que inscribes
en la miel de tus labios
y surge descifrada
tras la oración de tu voz
en el sabor de tu boca
que se funde y se confunde
con el sangrante quemor
de mis besos de diario
Porque en el alumbramiento
de tu verso de vida
no eres tú
quien va refulgente
ni soy yo
quien languidece
sino una sola llama
que parpadeante se
consume
en la cera del miedo
por la acera del
amor.
Calíope Corral Tiscareño, D.R.
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